Séptimo aniversario


Fué nuestro enfant terrible, un borracho Rimbaud montado en El Barco Ebrio. Halló en el alcohol la llave de acceso a los paraísos artificiales donde encontrar la trascendencia poética y musical para sus canciones. El mandamiento del desarreglo de los sentidos lo enfila en la comunidad de artistas decadentes, de Baudelaire a Jim Morrison, que tanto admiramos por su decidida arremetida contra la moral y las costumbres burguesas, la evasión de la realidad cotidiana y la exaltación del heroísmo individual y desdichado.

Este 16 de marzo, vísperas de la pasión de Cristo, Katarro habría cumplido 52 años si a la intolerancia no le fuera menester derramar la sangre del inocente.

El 13 de julio, en cabo de año, bien vale una serenata de amigos y admiradores, por el alma de este cantautor que dejó versos insondables para cantar, como este:

"ojos que se quieren más cuando se miran de lejos
no son ojos sino espejos donde las almas se ven".

Razón, imaginación y disparates


Para hablar de lo humano y lo divino, de la realidad, de la fantasía o del deseo, se conforma la Tertulia Filosófica de los jueves en la Casa de la Cultura. Este es un espacio para maestros de la filosofía Vivencial y de la filosofía Hermética, maestros de escuela y maestros de obra, algo de masones, poetas, teatreros, escritores, lectores, librepensadores, pero ante todo eternos estudiantes que se encuentran para departir al calor de un tinto, con perspectiva académica o mirada escueta, cualquier tópico que los apasiona, los obstina y los desvela.
Sin pretenciones dogmáticas pero sin escabullir la polémica, con un tanto de erudición y no poco de retórica, buena parte de alusión histórica con el oportuno apunte poético, sin querer evitar la salida de tono o el chiste vulgar, este ejercicio de la comunicación y del lenguaje enriquece la mirada del mundo y nos hace un pueblo más amable para la convivencia y tolerable en las diferencias. La multiplicidad de puntos de vista le da dimensión y profundidad a nuestro mundo que es aquí, ahora y entre nosotros.
En esta semana se acometió el tema "sexo y religión", asunto fundamental para indagar sobre nuestro devenir histórico y cultural. Más que conclusiones, la tertulia deja una grata satisfacción de contemplar la multiplicidad de puntos de vista tan intelectuales como emocionales, tan heréticos como ortodoxos.

La gracia de no hacer nada


"Que lindo es sentarse en la mesa de un bar y ver a La Ceja pasar y pasar ..."
Este Remanso en el cruce de la calle Gutiérrez con la Bermudez es, más que para departir un café, un privilegiado asomadero para ver cuanta laya de gente hay por este pueblo.
Levantada tres o cuatro escalas sobre el nivel de la calle, con una puerta por vértice y grandes ventanas a cada lado, se tiene el ángulo perfecto para un lento paneo que ha seguido el paso de la gente por más de siete lustros.
Desde esta esquina se vio pasar con premura a los obreros de movilia, con fervor a los parroquianos de San José y hoy se ve pasar con desgano a los estudiantes del Liceo y de La Paz; han pasado el ganado y sus arrieros y aún hoy los circos y sus artistas del hambre; pero ante todo, semanal y religiosamente, siguen pasando con su costalito al hombro los vecinos del pueblo hacia la plaza de mercado.
Cuando el café acaba o la conversación exige un cambio de tema, lo mejor es hacer una pausa volviendo la mirada hacia la calle para buscar, para pescar en el rio de gente que pasa y que pasa, otro asunto para amenizar el tinto y el diálogo.

Segundo autor


Este flautista renueva su inaudible melodía con un sólo improvisado de cartucho. Gesto de anónimo artista que vivifíca la obra con un toque de sutil espontaneidad.
Las virtudes de una obra de arte van más allá de la técnica y la estética del primer autor: Ferney. A él se le admira el movimiento que imprimió a esos retazos de chatarra para poner a flotar en una música intangible al flautista. Pero su mayor acierto fue entregar su creación a la disposición del público para su recreación, para que establezcan con élla relaciones insospechadas.
Este ser existe de multiples maneras, tantas como sea mirada, interrogada o intervenida. Lanzada al mundo en una calle de transeúntes y trasnochadores, esa figura de viejo metal y fuego eléctrico tendrá la existencia que le concedamos.

Sabor a pueblo


El mero pueblo gusta de comidas con buena grasa, con mucha masa y no poca sal; que sea servida prontamente, bastante y caliente, y sin remilgos en combinar frijol con leche, arroz con jugo y rellena con pan.
Cuando el hambre es mucha y la plata es poca; a cualquier hora, si la comida se quiere a pedir de boca con las variantes del antojo que no aparecen en el menú, vaya a los restaurantes de la plaza de mercado que allí ágil y amablemente le complacerán.
Recalentados, bandeja con cerdo, res o pollo, frijoles con chicharrón y carne molida, mondongo, sancocho de pescado, ajiaco, fritura con dulce grasa y refuerzo de arepa blanca, sobremesa con claro, leche o masamorra con bocadillo, todo eso desde 2, 3, 4, 5 y 6000 pesos.
Salud! comida vulgar y manifiesta, neta y típica; que complace, que no aparenta, que no estafa. Que le permité a mucha gente salar el estómago con un bocado, por que en este país a todos no les alcanza para dar los tres golpes de comida al día.

Arcanos de cejeño viejo


Este jardín es el afeite de Dios bendiciendo esta casa que despide a quienes viajan para Medellín. Con tan linda cara se pregunta uno ¿quiénes serán sus dueños? ¿quienes la habitan? porque sin duda habrán de ser gente que sabe, más que de botánica de mística, de lo trascendental y ecuménico de las flores, pués entre ellas, al centro, en brazo de San José está la flor del Paraíso.
Cuánto cultivo de flores vemos en esta Ceja, pero más culto sin advertir es el que se rinde a lo divino por tanto jardinero viejo que hay por estos templos y lares. Si se les pregunta por el simbolo de sus multicolores formas sabrán dar cuenta de la blanca pureza de la azucena, de la martir rosa sangrienta de Jesén, de lirio albo huyendo de la tierra a las celestiales esferas y si de lirio rojo le asocian a San Sebastián o Francisco Javier.

Al menos para una leyenda


Por lo silencioso como atraviesa este valle, por lo breve y manso que es este riachuelo, acaso apenas sabemos de su existencia. Los que lo conocemos de antaño le llamamos río, cuando inundaba solares, arrastraba gallinas y ahogaba muchachitos y por ello nos merecía respeto además de regocijo porque nos acogía en el baño de sus aguas y al vagar a saltos entre sus orillas. Hoy la propiedad privada restringe su paseo y nadie reclama este sendero para el disfrute público. Nosotros sus vecinos, la gallada de la Feria, soliamos recorrer esos bañaderos que a buena memoria y en orden de recorrido se llamaban El Numeroso, Las guaduas, La Barrera, El Chiflón, Los Remolinos, La Cristalina y la Guaira.

Un río debe ser el centro para la convivencia de los ciudadanos, Medellín lo viene recuperando para hacer cultura, porque en el espíritu de un pueblo el río es emblema de civilización. Si decir Sena es decir París y Támesis pensar en Londres, guardando las proporciones, que orgulloso sería poder asociar los nombres de La Ceja con el de La Pereira. (Personalmente este nombre me suena tan descolorido que bueno sería rebautizarlo con una palabra de tono más autóctono).