Oleo de una mujer con sombrero


Esta mujer vive bajo la sombra de un sombrero de ala ancha refugiandose del sol. Su tez de una palidez de luna con mejillas de cosmético arrebol bajo los ojos atentos, mira afuera el mundo sin franquear la puerta porque su piel de manzana no consiente ni al viento, ni al frío, y se cubre su cuerpo con cabello cano, con bufanda larga y con falda ancha.
Lola Restrepo parece la imagen de un recuerdo olvidado, de una enfermedad que no tiene nombre ni cura, y de un retrato en rosa de Mary Cassatt con luz tenue de candelero que se apaga. Los médicos le han dicho que mejor no salga a la calle, y ella que ama más la vida que la luz del sol y el frío del viento, se refugia en la soledad de una casa grande del zaguán al solar, donde no se distinguen los días de fiesta de los días corrientes.
Su vida condicionada por la determinación de vivirlo todo en el sólo espacio de su casa rosada donde todo ha acontecido. La historia de La Ceja ha sido el cambio de la esquina que un día fue mangas verdes y hoy casas y más casas. Como tampoco puede ver televisión, porque le hace daño, su mundo es el que le cuenta la radio, las pocas personas que la visitan y lo que sucede en su calle, donde ha visto cambiar los negocios, ha visto crecer los vecinos, ha oído que el pueblo esta grande y que el mundo es distinto. Nada hay más allá. Lo demás son cuentos y vagos recuerdos, porque su prioridad ha sido la vida, la que decidió vivir bajo una pava.

Portones de secretos



Una casa con dos puertas, una grande y fuerte siempre abierta, otra delgada y tenue, con coqueteos de vitral y calados, presta a abrirse, tiene el encantador misterio de las cajas chinas. Y que grata inquietud mueve al visitante cuando recorre el zaguán embaldosado con caprichosa geometría, cual Teseo entrando al laberinto en busca de Minotauro y su destino.

Es una casa vieja de generoso anfitrión que sabe recibir al visitante con expectante aprecio. Un espacio para atemperar el ánimo de quién llega del perturbador exterior a la calidez interior del hogar. También es un espacio para acicalarse con el brillo de la baldosa que resplandece de luz exterior. Y sirven a los niños para jugar escondidijos y a los novios para alargar sus despedidas.
En La Ceja todavía quedan muchas puerta portones, reminiscencia de un arte gótico que gustó de jugar con la luz y el color, y que aún ahora con laboriosos calados de arabescas figuras y vitrales de geométrico colorido, sigue jugando con los chorros de luz que se filtran por agujeros o transparencias y dan esa sensación de cálida frescura que anuncian la paz que guarda la casa en su interior. Hacia esa puerta guía al visitante un piso embaldosado que se extiende como tapete premonitorio de lo sagrado. Y es allí al final del zaguán, tras la puerta portón, donde el visitante advierte que la luz de esa joya escondida, que el color que prometía el vitral, está, además del patio jardín donde llueve la luz del sol, está en el corazón y el abrazo de su anfitrión.

Alternativa para Vacaciones

Para que en este Solsticio no se note mucho la pobreza (a pesar de que el Dane apenas reconoció que estamos llevados del Putas y el gobierno siga sosteniendo que Uribe es el Putas que en el próximo cuatrienio sacará este país de la miseria que dejó el anterior cuatrienio), para que en este tiempo de vacaciones de estudiantes o desempleados podamos posar un poco de veraneantes, conviene un poco de imaginación, unos quinientos pesos y seguir las siguientes instrucciones:
Póngase la cachucha, la gorra o el sombrero porque el sol de tierra fría le puede perjudicar la piel.

Si parte desde el parque Principal tome por la esquina del Cortijo, por la carrera 21 hacia el sur.

Cuando llegue a la esquina de Maria Josefa siga por la misma calle y a media cuadra encuentra con la tienda de helados de la foto.

Pida un helado en vasito y especifiquele a la vendedora como le gusta, pague con la moneda de quinientos y enfrente con parsimonia y cuchara la deliciosa crema.

Ahora continúe su camino hacia el sur, por Payuco o por el Tambo, usted decide, pero le recomiendo para esta ocasión tomar por el Tambo.

Una vez pase de Salesianos el recorrido lo podrá disfrutar en observar el paisaje de vacas y de casas semicampestres que pondrá en juego su imaginación. Esas apacibles imágenes pasadas con el bocado de helado de Mekatos le ayudará a mirar la vida con paciente dulzura.

Estertor de la Ciclo Vía

Tener una ciclovía es una tarea quijotesca que requiere mucho más que cerrar la vía a los carros. En la tierra de las bicicletas no se puede pensar que, de la noche a la mañana, quienes tengan bicicleta acudirán a una convocatoria deportiva o recreativa. Si se busca promover una vida saludable o la ocupación del tiempo libre o la creación de espacios de encuentro ciudadano, la iniciativa requiere unas acciones más acertadas para lograrlo. No se puede decretar una ciclovía y listo. No basta con cerrar 70 metros de una vía y esperar a que todos los ciudadanos acudan a ella porque ahí está.
Desde hace ya muchos meses tenemos la ciclovía en La Ceja, los domingos de 9 am a 11 am, que empezó con el cierre de la vía que va de Comfama hasta la glorieta de la empresa Serie y que por la falta de uso, hoy va de Comfama a la antigua fábrica de muebles Hermes. Si antes no había un uso masivo, porque siempre eran los mismos cuatro ciclistas, cuando eran mas metros para recorrer, hoy, cuando esta reducida a unos 100 metros, qué se puede entonces esperar. La muerte de la ciclovía está anunciada, porque ¿qué se puede hacer con una bicicleta en 80 o 100 metros? Dar vueltas y vueltas hasta acabar como los borrachos que cada fin de semana se ven en las calles del pueblo.
Somos un pueblo de bicicletas sin una sola ciclorruta y apenas contamos con un remedo de ciclovía. Por supuesto que toda acción ciudadana requiere muchas y variadas estrategias, porque educar al pueblo no es un asunto de decretos. Se requiere acción y promoción, y se puede dar ejemplo, comenzando por quienes decidieron que era conveniente para los cejeños tener una ciclovía. Valga recordar como ejemplo que Bogotá, la ciudad de los afanes y la trabajadera, tiene 120 kilómetros de ciclovía, con 6 horas de cierre los domingos y festivos y una comunidad conciente de sus beneficios. Empezaron pocos, con mucha promoción en los medios de comunicación, con la atracción de eventos culturales y recreativos y con un alcalde acompañado con buena parte de su gabinete que sale a demostrar que el deporte es saludable y que esos espacios son generadores de cultura ciudadana.

Revistas bailables

Como inicio de vacaciones y remate de labores académicas de mitad de año, los colegios de la zona sur de La Ceja de Tambo, hicieron la presentación pública de sus revistas musicales en el coliseo cubierto de la Unidad Deportiva.
A continuación les disponemos los videoclips que muestran apartes de las presentaciones de cada uno de las representaciones de los colegios de María Auxiliadora, María Josefa Marulanda y Salesianos Domingo Savio.


Maria Josefa

Maux

Salesianos

Llorando por los niños

Son pequeños y por ello no siempre pueden decir lo que piensan.

¿Qué puede decir un niño ante sucesos como los que nuevamente enlutan a nuestro pueblo cejeño?

Los niños, quienes repetidamente son las víctimas de muchas tragedias que muestra la televisión, tienen algunas inquietudes que expresar sobre la muerte y lo que les aterra de ella. Por éstos días, la muerte parece preferirlos y perseguirlos con empecinamiento.

No entiendo por qué los Ángeles de la Guardia son tan distraídos, ellos que deben proteger a nuestros niños, de todo mal y peligro, como se lo piden en oración. ¿Será que no son tan guardianes y que realmente son una invención para explicar sucesos como los que han venido sucediendo últimamente?. Ya son muchos los niños que se han ido por las aguas, como si hubiera un demonio, un caimán invisible, que gusta de llevárselos.


En la misa por los niños el padre dijo que ellos iban camino al cielo, que su peregrinaje al Señor de los Milagros era finalmente hacia el Padre Eterno, pero para esta época todos los niños sólo tienen planes para jugar en vacaciones y ningún plan es eterno. Tampoco debe ser cierto que el alma de los niños quede dentro de un pajarito o de un pececito nuevo, como dicen algunas personas, de las que llaman sensibles; y si acaso fuera cierto, ¿de qué sirve eso si los niños sólo quieren crecer celebrando lo que la vida les entrega?. No se puede más que llorar al ver que están reducidos en cajitas tan quietas y pequeñas, al saber que ya no se revolcarán en la arena, no se rasparán las piernas, ni se ensuciarán la cara, ni gritarán por la emoción o por dolor y tampoco estallarán las risas de alegría; porque todo esto sólo tiene gracia para los niños de carne y hueso y no para un angelito del cielo. No es fácil aceptar el que ya no volverán a hacerlo.


No hay una lógica que permita entender por qué los pequeños se van tan a destiempo. No veo el sentido de rezar y rezar y no se puede más que llorar y llorar.

Por fin las Vacaciones

Especie en vía de extinción

Esta especie goza de la simpatía exótica de un tigre de Bengala, padece la fría soledad de un oso polar, sus ojos miran con la pesadumbre de una ballena azul y tiene la piel áspera y venerable de una tortuga milenaria. Por siglos ha gozado del afecto de la humanidad y sin embargo hoy tambien está en vía de extinción y nadie hace nada para protegerlo o conservarlo, acaso la única acción sea dedicarle un día del año, el 6 de junio, para invocar su imagen, cual réquiem al soldado desconocido. Se trata de nuestros campesinos.
El ecosistema cejeño reunió las mejores condiciones ambientales para que ellos existieran, pero el falso progreso lo ha marginado a los lugares más remotos y difíciles de nuestra geografía. Ya no se ven campesinos en los campos de las Lomitas ni de Chaparral y se alcanzan a ver unos pocos en Guamito y El Tambo arriba, pero si se quiere ver un campesino de esos que labran el campo con religioso tesón, hay que ir hasta el corregimiento de San José o aún más lejos. Si tiene el privilegio de ver uno sólo de ellos, lo mejor es que tome las precauciones del caso y no lo espante, más bien contémplelo cual último de la especie y cuéntelo cual si hubiera visto al unicornio azul. Y no deje de recuerdar que la extinción de esta especie, más que sumar a la lista de especies desaparecidas, tendrá consecuencias irreparables sobre el hambre en nuestro pueblo.

Los inmensos cultivos cubiertos de plástico no son el campo de los campesinos cejeños; ni tampoco esas agradables fincas de veraneo, de propiedad ociosa, y es claro que con las sobras de los terratenientes y produciendo las exigencias de la burguesía, nuestros campesinos no tendrán una política agraria que les devuelva la tierra, ni habrá un cielo protector que los salve, pues parece que hasta San Isidro y San Juan Bautista les retiraron el amparo y la benevolencia.

¿Todavía te llaman papá?

La figura del padre viene conviertiéndose rápidamente en un fantasma y hace grandes méritos para desaparecer definitivamente. Aún no se sabe si para bien o para mal, pero son muchas las circunstancias que favorecen ese inevitable destino. Con el rol social de la mujer, su posicionamiento laboral y económico, la fuerza ideológica del feminismo y el descrédito del macho, la falta de patrimonio y de tierras para dejar en herencia, la masificación del homosexualismo, la ingravidez y la fertilización in vitro, obligan a la pregunta de ¿para qué sirve un papá en la casa?
Cuando más se le requiere es para cumplir el papel policivo, de autoridad, tan determinante en la formación moral de los hijos; pero en caso que a éstos les espere la carrera delincuencial, deberá cargar con la culpa, cualquiera sea la causa: omisión, deserción o defunción. Cuando ejerce de padre tierno y dulce en la primera infancia de los hijos, ese papel segundón pasa pronto al olvido, cuando ellos cumplen los 12 años ya ellos no imaginan y olvidan los besos de su papá, las ternuras y las canciones de cuna que para ellos se inventaban. Y si al menos como padre ha tenido la suerte de encontrar respeto y gozar de una buena imagen ante sus hijos, lo mejor será morir antes de los cincuenta, para no defraudarlos con la decrépita vejez. Y si nada pudo hacer y los sesenta lo cogieron vivo, lo mejor será garantizar la mensualidad del ancianato, para que no lo mate el infarto por la indiferencia, el olvido y en algunos casos, las humillaciones y maltratos.

Ya no es el tiempo del venerable Jacob, ni del honorable Príamo, no tuvimos en suerte vivir los tiempos solemnes de la religiosidad y la nobleza paternal. En tiempos de José, el papá de Jesús, la figura ya empezaba a marginarse y con Enrique VIII ya estaba envilecida. Con tal perfil de abatimiento espiritual, que no logra ocultar la publicidad del mercado en un día del padre, muchos padres reclamamos el cumplimiento total y no parcial del cuarto mandamiento, mientras levantamos los ojos al cielo buscando al Padre Nuestro para que nos señale la patria que nos corresponde a los papás de estos míseros tiempos.

Corazón desangrado

El cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, que había estado entronizado en la sala de las casas de La Ceja, por más de un siglo, ha perdido su lugar preferencial y ha desteñido sus colores. Con la figura patética del busto de Jesús envuelto en un verde difuso (que hay sospechas que alguna vez fue azul conservador), de barba bien peinada y rizos lavados con champú Glemo, y con tiernos ojos verdes, que parece preguntar: "¿Por qué me haces esto?" Pasa a exhibir las llagas de sus manos con la postura inicial del Kame Hame Ha, para lanzarnos la llama ardiente de su amor. A pesar de que apriete su corazón un cerco de espinas y sangre por la herida de rencorosa lanza, no nos conmueve más que a encender un cigarrillo en su fuego, antes que su llama se apague.

El por qué nuestro país está consagrado al Corazón de Jesús no es difícil responder, si advertimos que su razón fue poner fin a la fratricida guerra de los Mil Días, paradigma de nuestra fatalidad sangrienta. Han transcurrido 106 años desde entonces y la situación en el país es tan grave que empeora. La Constitución del 91, con la libertad de culto, eliminó dicha consagración y desde entonces, inclusive desde antes, hay quienes cambiaron en las salas de sus casas sus ojos perseguidores por los dulcemente evasivos de la Mona Lisa, y con ello, no ha cesado la horrible noche.

Llegará el nuevo día en que saquemos la imagen del Sagrado Corazón del zarzo, el desván, o la pieza de reblujos donde fue secuestrada su mirada, para colocarlo cerca del televisor y así, con todo lo malo que nos sigue pasando, nos pongamos a llorar en su regazo.

Porque al parecer, Señor, jamás Tu Reinarás en Colombia;
Porque tu reino no pertenece al Infierno de nuestros corazones.

Casitas de barrio alto

Estas casitas de media facha son tan caras que hacen sentir a los dueños que son de barrio alto y a nosotros nos recuerdan la canción de Víctor Jara, porque también son...
con rejas y antejardín, una preciosa entrada de auto esperando un Renol
Hay rosadas, verdecitas, blanquitas y celestitas... todas hechas con resipol.

Son la clase de casitas que el constructor califica de dignas. El dueño, muy tarde ya, se da cuenta del sueño que lo aprieta, con una inalcanzable cuota mensual, o un préstamo que no podía asumir, para lograr hacer la segunda planta y salir del hacinamiento en que vive los diez primeros años. Su diseño arquitectónico dispone de unas escalas por las que se sube a dormir y se baja a comer. Sin embargo, para que no se note mucho el aprieto... Las gentes de las casitas se sonríen y se visitan. Van juntitos al supermarket y todos tienen un televisor.

La gente de las casitas está orgullosa de haber cambiado de estrato y de vivir en un mejor barrio. Son tan buenos vecinos que se ponen de acuerdo para que el mismo clavo, que clavan en el muro medianero de cinco centímetro, les sirva al paisaje en la sala de una casa y al cuadro de san Cayetano en la cocina de la otra. No les molesta secar la ropa y la cobija de tigres en el balcón o en el techo y no se indignan de tener que escuchar las discusiones íntimas a través de la delgada pared que los separa.
Hay rosadas, verdecitas, blanquitas y celestitas, las casitas del Barrio Alto, todas hechas con resipol.