Oleo de una mujer con sombrero
Portones de secretos
Alternativa para Vacaciones
Si parte desde el parque Principal tome por la esquina del Cortijo, por la carrera 21 hacia el sur.
Cuando llegue a la esquina de Maria Josefa siga por la misma calle y a media cuadra encuentra con la tienda de helados de la foto.
Pida un helado en vasito y especifiquele a la vendedora como le gusta, pague con la moneda de quinientos y enfrente con parsimonia y cuchara la deliciosa crema.
Ahora continúe su camino hacia el sur, por Payuco o por el Tambo, usted decide, pero le recomiendo para esta ocasión tomar por el Tambo.
Estertor de la Ciclo Vía
Revistas bailables
A continuación les disponemos los videoclips que muestran apartes de las presentaciones de cada uno de las representaciones de los colegios de María Auxiliadora, María Josefa Marulanda y Salesianos Domingo Savio.
Llorando por los niños
¿Qué puede decir un niño ante sucesos como los que nuevamente enlutan a nuestro pueblo cejeño?
Los niños, quienes repetidamente son las víctimas de muchas tragedias que muestra la televisión, tienen algunas inquietudes que expresar sobre la muerte y lo que les aterra de ella. Por éstos días, la muerte parece preferirlos y perseguirlos con empecinamiento.
No entiendo por qué los Ángeles de la Guardia son tan distraídos, ellos que deben proteger a nuestros niños, de todo mal y peligro, como se lo piden en oración. ¿Será que no son tan guardianes y que realmente son una invención para explicar sucesos como los que han venido sucediendo últimamente?. Ya son muchos los niños que se han ido por las aguas, como si hubiera un demonio, un caimán invisible, que gusta de llevárselos.
En la misa por los niños el padre dijo que ellos iban camino al cielo, que su peregrinaje al Señor de los Milagros era finalmente hacia el Padre Eterno, pero para esta época todos los niños sólo tienen planes para jugar en vacaciones y ningún plan es eterno. Tampoco debe ser cierto que el alma de los niños quede dentro de un pajarito o de un pececito nuevo, como dicen algunas personas, de las que llaman sensibles; y si acaso fuera cierto, ¿de qué sirve eso si los niños sólo quieren crecer celebrando lo que la vida les entrega?. No se puede más que llorar al ver que están reducidos en cajitas tan quietas y pequeñas, al saber que ya no se revolcarán en la arena, no se rasparán las piernas, ni se ensuciarán la cara, ni gritarán por la emoción o por dolor y tampoco estallarán las risas de alegría; porque todo esto sólo tiene gracia para los niños de carne y hueso y no para un angelito del cielo. No es fácil aceptar el que ya no volverán a hacerlo.
No hay una lógica que permita entender por qué los pequeños se van tan a destiempo. No veo el sentido de rezar y rezar y no se puede más que llorar y llorar.
Especie en vía de extinción
¿Todavía te llaman papá?
Corazón desangrado
Casitas de barrio alto
Son la clase de casitas que el constructor califica de dignas. El dueño, muy tarde ya, se da cuenta del sueño que lo aprieta, con una inalcanzable cuota mensual, o un préstamo que no podía asumir, para lograr hacer la segunda planta y salir del hacinamiento en que vive los diez primeros años. Su diseño arquitectónico dispone de unas escalas por las que se sube a dormir y se baja a comer. Sin embargo, para que no se note mucho el aprieto... Las gentes de las casitas se sonríen y se visitan. Van juntitos al supermarket y todos tienen un televisor.
La gente de las casitas está orgullosa de haber cambiado de estrato y de vivir en un mejor barrio. Son tan buenos vecinos que se ponen de acuerdo para que el mismo clavo, que clavan en el muro medianero de cinco centímetro, les sirva al paisaje en la sala de una casa y al cuadro de san Cayetano en la cocina de la otra. No les molesta secar la ropa y la cobija de tigres en el balcón o en el techo y no se indignan de tener que escuchar las discusiones íntimas a través de la delgada pared que los separa.
Hay rosadas, verdecitas, blanquitas y celestitas, las casitas del Barrio Alto, todas hechas con resipol.